Familia: 8 - La familia en el Año de la Fe
La
familia en el Año de la Fe
Ahora
que el Santo Padre Benedicto XVI ha convocado un "Año de la Fe" que
comienza el 11 de octubre de este año y termina el 24 de noviembre de 2013,
parece oportuno hablar de la misión de la familia en la educación de la fe de
sus hijos.
Como
dice el Santo Padre en la carta apostólica "Porta Fidei" en la que
convoca el Año de la Fe: "Tendremos
la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras
catedrales e iglesias de todo el mundo; en
nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza
la exigencia de conocer y transmitir
mejor a las generaciones futuras la fe de siempre”.
El
Santo Padre en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, hace dos años,
nos decía estas palabras: "Desde siempre, el hogar formado por Jesús,
María y José ha sido considerada una escuela de amor, oración y trabajo”.
Siguiendo
el ejemplo de la Sagrada Familia tenemos que hacer para que nuestra familia
sea, también, una escuela de amor, oración y trabajo, cumpliendo así una misión
imprescindible para la formación de la persona que se revertirá a la sociedad.
En
su momento hablamos de la familia como "Escuela de amor" (agosto 2011)
y como "Escuela de trabajo" (julio 2011). La familia cristiana añade
un objetivo: la educación en la fe. ¿Cómo debemos hacerlo?
El
Papa Juan Pablo II hablaba de la familia como iglesia doméstica: "La
familia cristiana, "iglesia doméstica", es el primer ambiente apto
para sembrar la semilla del Evangelio y donde los padres e hijos van asimilando
el ideal cristiano de servicio a Dios y a los hermanos. "
La
familia es, pues, el primer ámbito educativo, también, en la educación de la
fe.
Una
premisa previa para la educación en general y, también, para la educación en la
fe, es educar a nuestros hijos para que sepan hacer un buen uso de su libertad.
Para ello, se deben trabajar dos aspectos que hoy son especialmente importantes
en el tema que tratamos:
a)
Que aprendan a buscar, conocer y valorar la Verdad.
b)
Que sean capaces de seguirla: educación de virtudes.
Debemos
tener en cuenta dos peligros contra los que se tendría que luchar:
a)
La gran disconformidad en nuestro mundo adulto sobre aspectos importantes de la
vida ante los niños y adolescentes, puede llevar fácilmente a un cierto
relativismo ("nada es verdad", "no hay verdades absolutas",
"no se puede conocer la verdad ", "la verdad sólo es una
opinión”...) que conduce, también, al laicismo: las dudas sobre la existencia
de la verdad llevan a decir que las cuestiones de fe deben limitarse al terreno
privado. Debemos rebatir con decisión estos errores.
b)
Una sociedad de consumo que, a pesar de la crisis, pone en peligro la
adquisición de las virtudes necesarias para ser coherentes con la fe. Debemos
tener en cuenta que las virtudes humanas son el fundamento de las virtudes
sobrenaturales. Si no hay una formación humana de base, es difícil vivir la fe
cristiana.
Sin
darnos cuenta, el relativismo está influyendo. Lleva a una confusión entre lo
que está bien y lo que está mal, pero sobre todo ha llevado a algunos católicos
a retraerse de manifestarse tal como creen y son. Quizá porque la convicción es
débil, quizá porque el entorno es desfavorable, quizás nos hemos quedado sin
argumentos. Quizás lo que antes no hacía falta demostrar, hoy es necesario
hacerlo. Por eso el Papa Benedicto XVI nos aconseja formarnos y utilizar
"El Catecismo de la Iglesia Católica" para redescubrir los contenidos
fundamentales de la fe y como el mejor instrumento para su enseñanza. Una fe
que se ha de vivir en nuestra vida cotidiana.
Así
pues, la vida familiar debe estar impregnada, con lo que se habla o comenta,
con lo que se vive,... de sentido cristiano: hijos de Dios, hijos de un mismo
Padre, miembros de una Iglesia, con un Pastor: el Papa,...
Podemos
esperar que nos ayuden en esta tarea pero deben ser los padres los primeros que
cojan la responsabilidad de la educación en la fe de sus hijos.
Tenemos
que saber decirles y explicarles con sencillez los fundamentos de nuestra fe:
"Dios creador nos ama como un Padre, como un Padre que nos espera y
perdona siempre, que Jesús Dios se hizo hombre para salvarnos del pecado, este
pecado original que debilita la naturaleza humana a la hora de actuar
correctamente (una realidad que constatamos constantemente), que este Jesús
resucitó y está presente en la Eucaristía y que lo podemos recibir, ... y que
tenemos una intercesora que es la Virgen, que Jesús nos dio como Madre, ...
"
Estas
verdades, no se trata de anunciarlas y ya está. ¡No! Se ha de hacer vida en
nuestro hogar en las situaciones más normales y en las extraordinarias. Dios
debe estar presente en nuestra vida familiar. Ante un acontecimiento o una
situación alegre, o ante una situación difícil. Pedir a un hijo/a que rece ante
un problema, de una enfermedad,... Ante desgracias que vemos en otros países,
hacer que se den cuenta de nuestra situación privilegiada que nos debe llevar a
ser responsables en la manera de comportarnos en temas de sobriedad, de gastos,
... Preocupación por los demás, empezando por los familiares mayores, ¡los
abuelos!, Pero extendiendo esta preocupación a personas cercanas y no tan
próximas.
Debemos
fomentar una piedad familiar que desde pequeños, y de mayores también quizá de
manera diferente, hay que ir introduciendo. Piedad familiar al bendecir la
mesa, y dar gracias al terminar las comidas; imagen de la Virgen que en alguna
de sus fiestas o en el mes de mayo se adornará con unas flores; acostumbrarse y
recordar rezar antes de acostarse, dando gracias; el rezo del santo Rosario en
familia siempre que sea posible;... Piedad familiar que nos llevará a asistir a
la Santa Misa juntos, a preparar a los más pequeños para recibir los Sacramentos,
y ayudar a los mayores, también, a hacerlo.
Esperamos
que el Año de la fe sea para las familias una auténtica y renovada conversión,
tal como propone el Santo Padre.
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