Familia: 9 - Comer en familia
Comer
en familia
Ha
llegado a mis manos el resumen de unos estudios realizados en EEUU sobre la
relación existente entre la presencia de sobrepeso en niños y niñas, con la
frecuencia de comidas realizadas en familia. Se observó una reducción del 15%
del riesgo de sobrepeso en los grupos de chicos y chicas que comían en familia
siempre o casi siempre.
Este
y otros estudios ponen de manifiesto que promover las comidas en familia tiene
una influencia en la calidad de la dieta y por tanto en reducir el riesgo de
sobrepeso. La comida en familia se asocia con un mayor consumo de frutas,
verduras, leche y cereales y una disminución de grasas, de bebidas refrescantes
y de fritos. De esta manera se consigue la adquisición de hábitos alimentarios
buenos, desde pequeños.
Pero
la influencia en los buenos hábitos alimentarios y en el valor de la salud a
través de la nutrición, no son los únicos beneficios de las comidas familiares.
La
familia es el ámbito educativo por excelencia, porque es el ámbito vital por
excelencia. Lo es porque su función no se limita a una específica, como podría
ser el estudio, el trabajo, la diversión, la nutrición, la salud,... sino que
englobándolas, de alguna manera todas, su función es la vida en su sentido más
amplio: vivimos y aprendemos a vivir en familia.
El
hecho de compartir los ratos de comida refuerza la unidad familiar. Son ratos
de convivencia muy cercana y que puede ocupar un tiempo bastante importante.
Los padres deben esforzarse en crear el clima necesario evitando interrupciones
como pueden ser la tele, el teléfono, los móviles, la radio, etc. El ambiente
libre de conflictos de comidas familiares puede ser el lugar ideal para la
conversación espontánea, en la que se da voz al menor y al adolescente, y donde
se pueden orientar conductas y valores.
Siempre
se ha dicho que la educación de las personas donde mejor se ve, es en la mesa y
en el juego. Esto es así, porque en la mesa se pueden hacer vivir una serie de
hábitos que repercutirán directamente en el tono humano que deseamos para
nuestros hijos. Pequeños detalles de espíritu de servicio: poner la mesa,
ayudar a servir, pasar el pan, poner agua a los demás, dejar elegir,...
Detalles como: no masticar con la boca cerrada, no hablar con comida en la
boca, no poner los codos sobre la mesa, sentarse bien, no inclinarse sobre el
plato, evitar ruidos innecesarios, ... Participar en la conversación, dejar
hablar a los demás,... Si todo esto se vive, con una cierta exigencia amable
por parte de los padres y con su ejemplo, ayudaremos a hacer la vida más
agradable y los hijos adquirirán hábitos operativos buenos (virtudes).
Lamentablemente,
hoy es más difícil conseguir comer juntos. Las prisas, los horarios escolares y
de trabajo y el no valorar suficientemente la conveniencia, hacen que no se
coincida en el tiempo de las comidas.
A
la hora del desayuno, las prisas para llegar a tiempo a la escuela o al
trabajo, supone, muchas veces, que se haga apresuradamente, o se haga fuera del
hogar, o los escolares se lleven parte del desayuno a la escuela. Para
evitarlo, sólo es necesario, muchas veces, levantarse diez minutos antes. Esto
supondrá que el horario de la noche anterior sea el adecuado: no acostarse
tarde y que la cena sea pronto. Entonces, con tiempo y con hambre, el desayuno
se podría hacer todos juntos y con tranquilidad. En el fondo es un problema,
muchas veces, de orden.
Al mediodía, cada vez resulta más difícil que el horario de trabajo y el de la escuela permita la coincidencia de unos y otros. Son muchos los escolares que comen en la escuela y muchos los trabajadores que lo hacen fuera de su hogar. En algunos casos quizás no se valora la posibilidad de comer juntos, pero en muchos otros la posibilidad de hacerlo no depende de las familias.
En los finales de semana, la comida en familia debe tener, habitualmente, un espacio prioritario. A la hora de cenar, puede resultar más fácil conseguir a la hora adecuada, bastante antes de la hora de retirarse a dormir, hacer la última comida del día juntos y tranquilamente. Será necesario valorarlo y un poco de orden.
Al mediodía, cada vez resulta más difícil que el horario de trabajo y el de la escuela permita la coincidencia de unos y otros. Son muchos los escolares que comen en la escuela y muchos los trabajadores que lo hacen fuera de su hogar. En algunos casos quizás no se valora la posibilidad de comer juntos, pero en muchos otros la posibilidad de hacerlo no depende de las familias.
En los finales de semana, la comida en familia debe tener, habitualmente, un espacio prioritario. A la hora de cenar, puede resultar más fácil conseguir a la hora adecuada, bastante antes de la hora de retirarse a dormir, hacer la última comida del día juntos y tranquilamente. Será necesario valorarlo y un poco de orden.
¡Comer
en familia! Valoremos los beneficios que puede comportar para todos los
miembros de la familia, comer juntos.
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