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Disciplina, una herramienta necesaria
Hablar de disciplina, hoy, puede parecer ir a
contracorriente. A menudo sentimos quejas de falta de disciplina en muchos
ámbitos: en las escuelas, en las familias, en la calle,...
Aunque la palabra disciplina puede interpretarse de diversas
maneras y a menudo puede tener una connotación negativa debido a la necesidad
de mantener el orden con sanciones o castigos, nos interesa, aquí, como la
capacidad de reconocer y ser capaz de aceptar la existencia de límites o normas
en el comportamiento personal, en la relación con los demás y en cuando
componentes de una colectividad: familia, vecindario, sociedad,…
La disciplina entonces, requiere de la humildad para aceptar
que alguien tiene la capacidad de poner límites o normas: la ley moral, la
autoridad de los padres, las autoridades civiles,... Por otra parte requiere
respeto a uno mismo y a los demás.
No es un puro sometimiento a unas normas de convivencia y
respeto, sino valorar que existan. Enseñar a disciplinarse es probablemente un
objetivo importante en la educación de los hijos. Ayudar a que sean
disciplinados favorecerá que sean capaces de respetar las propias convicciones
y las de los demás.
A continuación damos respuesta a tres preguntas,
orientándolas para niños/niñas en edad infantil, pero que se podrían
extrapolar, con los cambios necesarios, a otros niveles educativos:
1-¿Para qué los niños necesitan la disciplina?
Para sentirse seguros, y para adquirir el autocontrol
necesario que les permita gobernar su vida de mayores.
En un entorno de confianza, en el que el niño se siente querido. Con elogios oportunos para darles seguridad (autoestima) y creando un
ambiente positivo.
Fijando unos límites, unas normas de comportamiento y
funcionamiento, pocos y claros, y siendo firmes con su cumplimiento.
No amenazando con el que no se puede cumplir: "Si no
recoges los juguetes, te los tiraré todos a la basura".
No haciendo chantajes emocionales: "ya no te quiero…".
El niño debe sentirse amado siempre aunque se le tenga que regañar.
3-¿Cómo la exigimos?
Ante una norma de funcionamiento o una orden concreta, el
niño debe obedecer. Si vemos que no podremos hacerla cumplir mejor no ponerla.
Ayudar con nuestro ejemplo: “Vamos a colgar los abrigos, cada
uno en su sitio: papá en el suyo y tú en el tuyo”.
A veces podemos ofrecer nuestra ayuda para que la cumpla,
dándole alternativas: “Es la hora de hacer deberes, ¿quieres hacerlos solo o
quieres que mamá esté a tu lado?“.
Podemos hacer pequeños pactos lógicos para obtener lo que
quiere después de cumplir con su responsabilidad: "Primero recoge los
juguetes y después te cuento el cuento".
Pero no caer en el chantaje:
"Si dejas de molestar, te daré un caramelo", podríamos, así,
enseñarle que para obtener un caramelo debe molestar.
Aplicar lo que podríamos llamar "consecuencias
lógicas". Enseñar que sus actos tienen consecuencias de las que se tiene
que responsabilizar: "Si te cae el agua del vaso tendrás que
recogerla". “Si no cumples las normas establecidas para ver la TV, mañana no
podrás ver el programa infantil”.
Hay comportamientos incorrectos con los que no se puede
aplicar lo que hemos dicho antes de las "consecuencias lógicas":
rabietas, mal comportamiento en general,... Entonces, la mejor táctica es
imponer al niño un tiempo de reflexión, después de haberle razonado su mal
comportamiento. Tiempo en el que estará apartado ayudándole, así, a tranquilizarse y a pensar en cómo se ha
portado.
Conclusión
Adquirir autodisciplina (o autocontrol) es importante porque
permite conseguir retos que sin ella no se podrían alcanzar. La disciplina no
se valora por las cosas que prohíbe sino por las que permite conseguir. La
disciplina no es solamente poner límites sino educar la conciencia de la
necesidad de los límites, en lo personal y en el respeto a la convivencia en la
comunidad en la que estamos incorporados: la familia, la vecindad, la sociedad,...
Sin límites, todo vale, y si todo vale no se puede vivir.
Podríamos decir que si todo vale estamos en la selva, pero no sería del todo
cierto porque hasta en la selva también existen límites.
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