Objetivos: 10 - Economía doméstica

    Economía doméstica


A menudo me encuentro con gente que cuenta con afecto algún detalle vivido en el hogar de sus padres. Detalles que entonces no valoraban, o incluso los molestaban, pero que ahora, de mayores, recuerdan con agradecimiento, y consideran que les ha servido positivamente en su vida. Son detalles que hacen referencia a aspectos diversos que, a veces, van acompañados de palabras o frases cortas recordatorias, y que la insistencia perseverante supone la adquisición de una costumbre, un hábito positivo que vale para toda la vida.

Nos centraremos en los que hacen referencia a la economía doméstica. Es evidente que la economía juega un papel importante en nuestros hogares. Si bien, hay unas decisiones y responsabilidades que corresponden sólo a los padres, también es verdad que en la tarea educativa que la familia tiene, hay una serie de detalles para enseñar sobre este tema, para hacer un buen uso de las cosas y sacar el máximo provecho.


Enseñar a no malgastar. Las compañías de agua, de electricidad o  telefónicas ejercen un servicio público que debemos reconocer y agradecer, y no es contra ellas enseñar a hacer un buen uso del agua, de la luz y del teléfono. Si bien el hogar tiene que estar bien iluminado para crear una atmósfera agradable y alegre, debe enseñarse a no dejar luces encendidas inútilmente. El chorro de agua para ducharse o lavarse debe graduarse convenientemente. El teléfono sirve para dar encargos, concertar un encuentro, dar una noticia, ... pero no para explicar todos los detalles de la última salida con las amigas, ... aunque tengamos tarifa plana.

Enseñar a comprar. No siempre el artículo de marca o el más caro, será necesariamente la mejor compra. Una manera oportuna de enseñarlo es, quizás, que los hijos acompañen a los padres a hacer la compra semanal. La sencillez, la naturalidad y el no aparentar ayudan a la economía doméstica.

Enseñar a cuidar las cosas para que duren más. La ropa se debe dejar bien doblada o colgada. Los libros de texto si se forran y no se estropean, pueden servir, si no cambia la edición, para un hermano más pequeño. Los lápices, bolígrafos y gomas duran más o menos según se tratan. Lo mismo ocurre en las cosas de la casa: la manera de sentarse en un sofá y no poner los pies encima, repercutirá en su duración; las puertas se cierran sin dar golpes; las sillas no son para balancearse con ellas; y tantas cosas más que podríamos ir detallando.

La comida no se tira. Podríamos resumir con esta frase los detalles a tener en cuenta en relación a la comida. Debe ser un principio fundamental en el hogar, enseñando la responsabilidad que se tiene ante la miseria y el hambre del mundo. Se come de todo, tanto si hay verdura como si hay pescado. La comida que se pone en el plato se acaba a no ser que haya un motivo especial para no hacerlo. Y el que no se la acaba, se la puede encontrar en la siguiente comida. Las sobras de un día, la madre las puede aprovechar, quizás reconvertidas, para el día siguiente. La nevera no se abre para comer o beber algo fuera de horas.

Hacer un buen uso del dinero. Si se da una paga a los hijos, lo que según la edad no es absolutamente necesaria, enseñaremos que no es para dedicarla a cualquier cosa (a hincharse de golosinas, por ejemplo), sino para lo que sea necesario o valga la pena. Enseñaremos a ahorrar y por eso los abriremos una cuenta para ir poniendo aquel dinero que quizás da de vez en cuando la abuela, o el que reciben en su aniversario, o los ganados por algún trabajito. Así podrán disponer de dinero para algún gasto extraordinario: campamentos de verano, aquella pieza de vestir que les hace ilusión,... Y cuando son mayores y ganan algún dinero se harán cargo de sus gastos y quizás podrán ayudar los padres en los generales del hogar.

Estos pequeños detalles y muchos otros, forman parte de la vida. Los padres deben ir por delante, como siempre, con el ejemplo.

La economía doméstica será en nuestro hogar una actitud airosa y perspicaz que sabrá acomodarse con alegría a las posibilidades, sin crear necesidades superfluas y sin desperdiciar oportunidades para enseñarlo.



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