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Mostrando entradas de junio, 2013

Infancia: 8 - Saber decir: ¡no!

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            Saber decir: ¡no! La fuerza de voluntad es una cualidad que sabemos apreciar en la persona que la ha adquirido. Valoramos su capacidad de dominio sobre sí misma, es decir, el grado de control que tiene sobre sus propios ímpetus, caprichos, pasiones y sentimientos. Este dominio le permite gobernar su vida, sin que sean las diferentes situaciones que se presentan las que lo hagan por ella. La persona con fuerza de voluntad domina los acontecimientos por adversos que sean. Pasa por encima de ellos. En cambio, cuando falta esta fuerza es al revés, son los acontecimientos los que mandan, siendo la persona un títere de ellos. Esta fuerza de voluntad, este dominio de sí mismo, se forja desde los primeros años de la infancia. Es importante tenerlo presente en la educación de los hijos, porque su carencia les conducirá, cuando sean mayores, a los más rotundos fracasos y sufrimientos.

Objetivos: 9 - Enseñar a pensar

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             Enseñar a pensar En un mundo en el que un intenso ritmo de vida nos puede hacer pasar de una actividad a otra sin plantearnos mucho los motivos, en que la técnica nos permite utilizar un televisor, un ordenador, un móvil, un coche, sin entender del todo cómo funcionan pero sí para qué sirven, en el que el consumismo materialista impulsado por la propaganda y la publicidad nos hace desear más y más cosas, en un mundo como éste en el que vivimos, hace falta un esfuerzo especial para lograr que el pensar vaya por delante del actuar para que nuestra actividad tenga sentido, que entender las cosas vaya por delante de utilizarlas para usarlas mejor, y que el ser vaya por delante del poseer para no perder la verdadera identidad del hombre. Pensar, entender, ser, he aquí tres características fundamentales del hombre que no pueden quedar subordinadas a nada, que deben estar muy presentes en la acción educativa y que no deben quedarse atrás.