Infancia: 5 - No me apetece...


   No me apetece...

Apetecer o no apetecer no puede ser la razón para hacer las cosas. Lo tenemos que enseñar a nuestros hijos y explicarlo bien, porque si no, será difícil que hoy ayuden en casa o estudien, y que mañana sepan hacer frente a las dificultades. Se lo tendremos que hacer ver con ejemplos. Detrás del éxito de aquel deportista de élite hay mucho sacrificio y dedicación. Yendo en bicicleta sólo cuando apetece no se gana el Tour de Francia. Estudiando sólo cuando apetece no se llega muy lejos en los estudios. Incluso en los matrimonios que se han querido durante muchos años ha sido necesario el sacrificio y el esfuerzo por mantener vivo el amor.

Si no les enseñamos a esforzarse y a luchar a menudo en detalles muy pequeños se convertirán en personas blandas, con una personalidad débil, caprichosos e inconstantes, incapaces, en el futuro, de desarrollar cualquier tarea seria y ardua. Y la vida está llena de este tipo de tareas. Por eso debemos ayudarles, día a día, a adquirir las capacidades necesarias para enfrentarse a ella: voluntad para la lucha, capacidad de sacrificio, afán de superación. Si no las fomentamos caerán fácilmente en la mediocridad, el desorden y la dejadez.


La capacidad de esforzarse deberá entrenarse desde muy pequeños. Si no se ha hecho antes de que empiece la adolescencia, será muy difícil iniciarla entonces. Un buen campo de entrenamiento son las normas de convivencia en casa, en las que debe haber una cierta disciplina y exigencia, conjugada con el cariño y comprensión necesaria. Cumplir un horario, especialmente a la hora de levantarse y acostarse, ayudar en las tareas domésticas, cuidar de sus cosas: su habitación, su ropa... son algunos aspectos de esta convivencia.

Otro campo es el que hace referencia al dominio de su carácter y estado de ánimo. Vencer el mal humor, renunciar a la curiosidad en cosas que no le afectan, dominar la impaciencia, evitar quejarse... son ejemplos de esta necesaria lucha con uno mismo.

Los juegos, los juegos de mesa, y los deportes son elementos apropiados para que, con sus reglas elementales, se forjen hábitos de disciplina.
Convendrá, también, enseñarles a renunciar a algunas cosas por el bien de los demás: ceder el mejor asiento, dejar el juguete al hermano pequeño o al amigo...

A veces, tendremos que crear ocasiones que ofrezcan una cierta dificultad o requieran soportar algunas molestias. Por ejemplo, excursiones con caminatas largas, algún encargo incómodo, una comida que no gusta…

La capacidad de esfuerzo no se improvisa. Debemos entrenarla porque la necesitarán
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