Padres: 6 - Cuestión de prioridades

Cuestión de prioridades

Me encontré un amigo que hacía tiempo no veía y hablando de su vida, de la familia, los hijos y de sus cosas, me decía:

"Cuando me casé jugaba habitualmente a tenis. Cuando tenía un partido iba a mi armario y allí había una bolsa de deporte con un pantalón y una camiseta, blancos y acabados de planchar, unos calcetines... junto a la bolsa un bote de pelotas de las que sabía exactamente los partidos que habían hecho y una raqueta perfectamente cordada. Hoy, después de algunos años, no he perdido las ganas de jugar. Pero cuando lo hago, más de tarde en tarde, tengo que empezar pidiendo la bolsa al hijo mayor, los pantalones y la camiseta a otro y empieza la búsqueda y captura del bote de las pelotas, y cuando lo encuentro observo que de las cuatro sólo hay tres, y una con señales evidentes de haber sido utilizada en el frontón. La raqueta, cuando la localizo, en el armario del hijo mediano (que bien que guardan las cosas a veces) aparece normalmente con una o dos cuerdas rotas. Los calcetines los cojo de la ropa tendida... y cuando salgo a la pista me doy cuenta que uno tiene rayas verdes y amarillas y el otro, azules y rojas”.

Seguro que exageraba un poco, pero explicaba feliz lo que en boca de otro podría haber sido muy bien un drama. Comprobé que había experimentado en ese detalle, y seguro que en muchos otros, que la decisión libre que había tomado, de acuerdo con su esposa, de tener hijos, conllevaba dedicación, entrega, y eso quería decir prescindir de cosas, y que además, eso no era malo sino bueno, le hacía feliz. Había aprendido que darse y dar por lo que vale la pena conduce a la felicidad.

A veces se dan casos de matrimonios con hijos que quieren seguir viviendo como solteros, conservando intactas todas las costumbres que tenían como tales. No han entendido nada. El matrimonio primero y los hijos después exigirán renunciar a algunas cosas, compartir otras y cambiar el estilo de vida. Sólo de esta manera encontrarán la felicidad. Si se aferran a un estilo, a unas costumbres que no les corresponden ni serán felices ellos, ni harán feliz a su cónyuge ni a sus hijos.

Pero los padres queremos reservarnos cosas o momentos sólo para nosotros. En algunas ocasiones será bueno hacerlo porque también tenemos derecho, pero en muchas tendremos que renunciar.

El mismo amigo de antes, aún con hijos pequeños, me contaba también su sensata experiencia sobre la lectura del diario del domingo.

"Es una cuestión de prioridades" - me decía.

"Si nos proponemos como principal objetivo de las mañanas o las tardes del domingo, leer todo el periódico con la revista que lo acompaña, lo podemos pasar muy mal. El ritmo de la familia, y sus imprevistos acontecimientos se propondrán claramente lo contrario. Si nos aferramos a la posibilidad y luchamos intentando conseguirlo, nos iremos poniendo cada vez más nerviosos. El ruido, los gritos de los niños que de una manera u otra reclaman nuestra atención, la mujer que solicita nuestra ayuda, o que quiere salir a pasear, acabarán imponiendo su voluntad de que aceptaremos a desgana y manifestando claramente con nuestra actitud que hemos perdido. Lo pasaremos mal nosotros, la mujer y los hijos.

En cambio, si renunciamos de entrada, si partimos de la base de que lo más importante es estar juntos con la mujer y los hijos, y en todo caso si queda tiempo ya leeremos el periódico,  iremos más tranquilos, más serenos, nos lo pasaremos mejor. Si tomamos la iniciativa de la familia y organizamos los juegos, o la salida, o la merienda y hacemos palomitas con los más pequeños, descubriremos que es muy divertido y, incluso, al final del día, cuando cansados ​​de nosotros nos dejen tranquilos y solos, podremos leer el periódico del domingo, y entonces respetarán nuestro tiempo”.

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