Adolescencia: 8 - Primeras salidas

                      Primeras salidas

Cuando el hijo llega a una determinada edad, aparece el anhelo para salir de casa y encontrarse con amigos de su edad. Los padres se encuentran ante una serie de alternativas que pueden hacerles dudar y preguntarse qué límites o condiciones deben poner o exigir. O bien qué consejos deben dar para que una experiencia negativa no suponga perder lo que se ha enseñado hasta ahora, sino al contrario sirva para enriquecer y reafirmar su formación
Preguntas como: ¿Tiene la edad? ¿Con quién sale? ¿A dónde va? ¿Qué horario? ¿Entre semana? ¿Sólo los fines de semana?... son algunas de las que deberán responder adecuadamente.

Si el hijo es el mayor, el primero que plantea este necesario anhelo para salir, puede encontrar unos padres sin experiencia que no saben si han de animar a que salga o todo lo contrario. Si los padres ya se han encontrado antes con la situación, pueden tener una experiencia negativa por haber sido demasiado permisivos, lo que les hará tener más cuidado con los límites o control que deben imponer. Si la experiencia ha sido positiva, deben mantener los principios que han usado, pero teniendo en cuenta que cada hijo es diferente y necesita un marco de libertad-control diferente.
A veces, la preocupación de los padres es que tenga amigos. Si esta preocupación es desproporcionada puede hacer que promocionen sin necesidad las salidas que por otra parte el chico o la chica no solicita. Si un chico o una chica a esa edad tiene las condiciones para ser un buen amigo y lo es, y tiene amigos en la escuela o el equipo deportivo, o en alguna otra actividad... puede que tenga suficiente con los contactos que la actividad escolar o esas otras actividades le proporcionan para ejercer la amistad, y no necesita otros planteamientos de salidas.
Muchas de estas salidas, mini discotecas, cine,... tampoco es que proporcionen ámbitos para fomentar demasiado la amistad y pueden proporcionar experiencias no deseadas. Los adolescentes no ven dificultades ni problemas, y los padres tenemos la obligación de advertirles cómo reaccionar ante situaciones inesperadas para que aprendan a moverse con prudencia y ser cautos, para no caer en errores de los que más tarde pueden arrepentirse. Pero los padres no deben convertirse, sólo, en los que evitan las ansias de diversión de sus hijos. Queremos que se lo pasen bien, pero tenemos que ayudarles a controlar sus actos y asumir con responsabilidad las consecuencias que se derivan de ellos.
Las vacaciones de verano, según donde tienen lugar y con el tiempo de ocio en ocasiones excesivo, pueden ser una ocasión para que el adolescente quiera probar nuevos ambientes y nuevas emociones. El grado de libertad que se les debe dar debe ser proporcional a su grado de responsabilidad.

Se necesitaran, entonces, grandes dosis de autoridad y pensar que si queremos a nuestros hijos de verdad, el ejercicio de esta autoridad nos hará tomar, algunas veces, decisiones firmes y restrictivas que quizás serán motivo de disgusto para todos, pero que serán absolutamente necesarias para su bien. Con el paso del tiempo estas decisiones, si han estado acertadas, serán motivo de reconocimiento por parte de los hijos.


 

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