Familia: 12 - El Papa Francisco a las familias (1º parte)

El Papa Francisco a las familias (1 ª parte).

Con ocasión de la peregrinación de las familias a Roma a finales de octubre y con motivo del Año de la Fe, el Papa Francisco se dirigió a las familias reunidas dando una serie de consejos acerca de la vida matrimonial y familiar.
Me ha parecido oportuno dedicarle dos entradas del blog. Destaco cuatro párrafos (dos hoy y dos en un próximo escrito) comentando brevemente lo que me sugieren, teniendo presente la vertiente más educativa propia de este blog.

1 - ... responde solo ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? Den ustedes la respuesta. Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables... la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida. En la base de esta alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos,... y nos enseña a tener este amor paciente, el uno por el otro, ... Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría.



Con ese tono tan coloquial, sencillo y entrañablemente cercano, el Papa Francisco nos desvela el secreto de la alegría en la familia: armonía profunda en el amor que lleva a la alegría, a la belleza de estar juntos y de sostenerse mutuamente en el camino de la vida, y que se basa en el Amor de Dios y en la presencia de Dios en la familia.

Esta "armonía profunda" en el amor debe comenzar en la familia por el amor matrimonial que se extenderá automáticamente a los hijos y entre los hermanos. Amor matrimonial que no podemos dejar enfriar, sino, al contrario, procuraremos en los pequeños detalles del día a día y con el esfuerzo y sacrificio que conlleva estimar, madurando y afianzando el amor. Estimando de verdad, lo que supondrá hacerlo sin condiciones y sin esperar nada a cambio.

La vida familiar debe ser el primer ámbito donde se han de vivir y hacer vivir las virtudes... y en concreto y como nos recomienda el Papa: la alegría que es fruto de la armonía en el amor. Si la alegría es el primer efecto del amor, la tristeza es el fruto del egoísmo,... del desamor. Como dice el Papa Francisco prevalecen, entonces, los individualismos y apaga la alegría.

Debemos llevar esta alegría en el hogar, en la familia. Debemos expulsar el desánimo y el mal humor de nuestra actitud. La educación triste corta las alas, la educación amable y alegre anima y motiva.

La alegría como virtud exigirá un esfuerzo diario en pequeñas cosas. También será una cuestión de voluntad y de proponerse poner buena cara. Una de estas pequeñas cosas, que debe estar presente especialmente en nuestra vida familiar es la sonrisa. Una sonrisa: calma, estimula, anima, acerca... expresa comprensión, solidaridad, paz. Todo una serie de elementos necesarios para una eficiente tarea educativa. En la vida del hogar debe ser moneda de cambio habitual. No siempre sale espontáneamente, pero si uno se lo propone, se propone algo muy grande que lo hace cambiar por dentro, le ensancha el corazón, y le aumenta la capacidad de afecto. Sale ganando él y los que están en su entorno.

2 - " Tres palabras clave para sacar adelante una familia: Permiso, gracias, y perdón. Pedimos permiso para no ser invasivos... Damos gracias por el amor. Y la última, perdón. Todos nos equivocamos... y a veces se dicen palabras fuertes... Pero escuchad este consejo: no terminéis el día sin hacer las paces. La paz se rehace cada día en la familia."

El matrimonio es una unidad de dos que debe respetar las características diferentes de masculinidad y femineidad, y en el que se comparte la vida. Esto supone que el gobierno del hogar se ha de llevar entre los dos, de común acuerdo, sin dominio de uno sobre el otro. Esto no excluye el reparto de funciones o de responsabilidades directas, pero todas ellas deben ser compartidas en última instancia. Junto con esto, debe haber un respeto a la autonomía de las personas, de cada uno, en lo que no corresponde estrictamente a la vida conyugal: aficiones, amistades,... con el límite lógico para no obstaculizar el cumplimiento de los deberes conyugales y familiares.
El respeto y generosidad serán claves para no ser invasivos y para plantear las cosas buscando siempre el acuerdo del otro.
Es evidente que no podemos seguir funcionando como solteros. Nos debemos uno al otro. Debemos compartir ilusiones, procurar compartir también aficiones y amistades, y evitar vivir vidas paralelas.

La palabra "gracias" debe ser una palabra clave, utilizada frecuentemente en nuestra vida familiar por los padres y los hijos.
La gratitud es aquella actitud por la que valoramos el beneficio o favor que nos han hecho, y por la que nos sentimos obligados a corresponder de alguna manera. Una manera de corresponder es simplemente dando las gracias. En esto deberíamos entrenarnos cada día.
Exige una capacidad especial que está reñida con la soberbia. El soberbio es incapaz de agradecer nada, siempre cree que todo le es debido o bien porque lo ha pagado o porque era obligación del otro hacerlo.
Debemos hacer vivir esta virtud en nuestro hogar, agradeciendo los pequeños servicios y haciendo ver a los hijos los servicios que reciben a lo largo del día de otras personas. La mejor manera para que los hijos se den cuenta de que hay muchas cosas que hacer para los demás en un hogar es ponerlos a hacer algo, encargos, desde pequeños. Lo que no hace nada, se acaba creyendo que no hay nada que hacer.


Pedir perdón y perdonar son cosas que suelen estar muy unidas, porque los agravios normalmente se entrecruzan en una telaraña difícil de desenredar.
Perdonar y, también, pedir perdón requiere grandeza de espíritu, generosidad, vencer el amor propio y dejar de lado terquedades y rencores. Grandeza de espíritu que deseamos para nuestros hijos.
Para una correcta educación será necesario promover en la familia toda una dinámica que haga del perdón algo natural, que no requiere dar muchas explicaciones a los hijos para que se disculpen y sepan disculpar. Esta actitud, cuando se vive, se respira en el ambiente de un hogar. La resistencia a vivirla, también.
Perdonar y olvidar. No es sano para la armonía familiar acumulando día tras día agravios y ofensas, porque la acumulación de malos recuerdos es caldo de cultivo para el deterioro de las relaciones.
El Santo Padre nos da un consejo para el día a día: si hemos discutido, hacer las paces antes de terminar el día. La paz se rehace cada día en la familia.

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