Virtudes: 15 - Educar el orden
Educar el orden.
Para que los miembros de una familia se encuentren bien en el
hogar, hay dos aspectos materiales que son importantes: el orden y la limpieza.
Están muy relacionados y podemos considerar que la limpieza es un aspecto más
de la orden.
Tendremos presente que es una actitud que debemos desarrollar
en nuestros hijos yendo, como siempre, por delante con el ejemplo. Una actitud,
una virtud, que facilitará muchas otras porque permite desarrollar el dominio
de uno mismo, supone un cierto sentido de sacrificio y obliga a luchar contra
la desidia y la negligencia.
El orden es una de las virtudes más importante para el buen
equilibrio individual y para la buena armonía de la vida en común. En el hogar
y en el trabajo no se necesitan madres y padres de familia, ni trabajadores o
trabajadoras, angustiados o angustiadas por la falta de organización y falta de
orden, sino personas organizadas y con sentido del orden que sean más eficaces
con menos esfuerzo y que sepan, también, administrar el tiempo propio y el de
los demás.
El orden en la familia es un medio para conseguir un
objetivo. El orden, también la limpieza, en un hogar es cosa de todos. Los
padres deben hacer participar a sus hijos de la responsabilidad que se viva el
orden necesario y suficiente para que sea el hogar el lugar donde es grato vivir.
También será un objetivo hacer crecer en los hijos esta virtud, teniendo
presente que es en la edad en que se forman los hábitos cuando debe desarrollarse.
Si se espera demasiado tiempo es posible que no se consiga nunca.
El orden puede hacer referencia a varios aspectos: orden en
la distribución del tiempo, orden en la organización de las cosas, orden en la
realización de las actividades.
En cuanto a la distribución del tiempo, el horario de la
familia y el de cada uno de sus miembros, especialmente durante los días
laborables, debe ser algo a respetar. Habrá unos horarios para las comidas. Los
más pequeños, también los mayores, tendrán una secuencia de cosas que hacer
cuando se levantan por la mañana y cuando llegan de la escuela. En esta
secuencia estarán planificados y ordenados en el tiempo los temas de higiene,
limpieza, recogerse la habitación, los deberes de la escuela, el tiempo para
jugar o para leer, el tiempo para ver la televisión, los encargos de cada uno...
Con las excepciones que la vida traerá, se procurará que se cumplan, y será
tarea de los padres exigir su cumplimiento. Habrá actividades fuera del hogar
que supondrán, también, el esfuerzo de asistir con puntualidad. La distribución
del tiempo en los fines de semana será diferente y más flexible, pero también
requerirá su dosis de orden para no perder inútilmente el tiempo.
En la organización de las cosas tenemos que conseguir que los
objetos materiales estén en su lugar para que no se estropeen y se puedan encontrar
en el momento de utilizarlos. Hay objetos de uso general y objetos personales.
En estos últimos los padres deben ayudar a sus hijos a organizarse y deberán
exigir que sus cosas estén ordenadas: juguetes, libros, armario, escritorio...
En los objetos de uso más general cada uno de los miembros de la familia se
responsabilizará de que vuelvan a su lugar después de que las hayan utilizado.
No se trata, sin embargo, de convertir el hogar en un escaparate de tienda o en
un museo, ni tampoco convertirnos en esclavos del orden. El objetivo es la
eficacia, la convivencia y ayudar a adquirir la virtud del orden.
En la realización de las actividades también es necesario el
orden. Si hay un tiempo previsto para hacer deberes, por ejemplo, no se trata
solamente de cumplir con el tiempo sino también que durante la realización de
la actividad, ésta sea eficaz. Para que esto sea así será importante además de
tener los elementos necesarios preparados (libreta, lápiz, goma, tal
diccionario,...), seguir un orden adecuado empezando, quizá, por lo que cuesta
más, estar en el lugar adecuado evitando
elementos distractores: televisión encendida, hermanos pequeños cerca, la
nevera a mano,... en definitiva una serie de cuestiones que tienen que ver con
el orden. Otras actividades como pueden ser
jugar, la higiene, la lectura,... se pueden realizar, también, con más o
menos eficacia si el orden está presente.
Para terminar dos temas a tener en cuenta:
-El primero es que, como cualquier otro hábito, el orden se adquiere
por la acción reiterativa de actos de orden y, en los primeros años, por el
seguimiento y exigencia de los padres. Estos deberán saber que por temperamento
y carácter habrá hijos más inclinados a entender y adquirir más fácilmente este
hábito, y otros a los que les costará más. Deberán adecuar el seguimiento y la
exigencia en cada caso.
-El segundo es en relación con el ejemplo de los padres. El
ejemplo de los padres es muy importante en todo. Podemos pensar, y
probablemente será verdad, que no somos tan ejemplares como sería necesario
para esta o cualquier otra virtud. Pero debemos saber que los hijos tampoco
necesitan padres ejemplares, en el sentido más pedante de la palabra ejemplar,
sino padres normales con sus defectos, pero que procuran con su lucha diaria
intentar hacer las cosas un poco mejor cada día. El ejemplo no es función de la
altura del pedestal desde el que se da, sino de la lucha sencilla y natural
para mejorar.
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