Dr. Jekyll y Mr Hyde


Este escrito está basado en la novela de R. L. Stevenson "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", en la que se representa el trastorno psiquiátrico que hace que una misma persona tenga dos personalidades opuestas. El Dr. Jekyll, científico, se convierte en el maléfico Mr. Hyde.





Una carta:

Apreciado Dr. Jekyll

Usted, que es un hombre abierto a la innovación y a la experimentación sin límites, le interesará saber lo que un amigo me describió como el paradigma democrático en educación. Se trata de dar un paso decisivo para traspasar, definitivamente, la responsabilidad de la educación de los hijos, de los padres a la comunidad, de la familia al estado. Hasta ahora, se han ido dando pequeños pasos, pero ya es hora del paso definitivo.

Decía, con un gran sentido pragmático y realista, que los padres no pueden hacerse cargo de esta responsabilidad que sobrepasa su capacidad por muy sinceras que sean sus disposiciones. La educación es una tarea demasiado compleja para dejarla sobre los hombros de una pareja inexperta sólo por el hecho de haberlos engendrado. Además, es una tarea que si no se hace bien se resiente toda la sociedad. Por este motivo, es la sociedad quien debe hacerse cargo de la educación de las personas, y desde el primer momento, incluso desde antes de la concepción. La comunidad, el estado, determinará cuándo puede recibir un nuevo miembro y debe controlar, mediante los análisis oportunos, si, una vez engendrado de la manera más oportuna, merece la posibilidad de su existencia, a fin de no correr riesgos innecesarios.

El nuevo miembro recibirá, desde el primer momento, la atención de los especialistas comunitarios para que su crecimiento y educación esté de acuerdo con los principios establecidos en la comunidad. Por otro lado, los padres, liberados de la carga de responsabilidad para con los hijos, no corren el peligro de sufrir por ellos, ni de sentirse atrapados por una relación y unos lazos que lo único que hacen es limitarlos como personas y postergar el logro de sus aspiraciones personales. Los hijos, educados por la comunidad, acabarán formando parte de ella de la manera más natural, ocupando cada uno el lugar que por su capacidad le corresponde.

Vamos, Dr. Jekyll, hacia un mundo nuevo en el que la generación y educación de los nuevos miembros estará absolutamente subordinada a las necesidades de la comunidad, de manera que podremos olvidarnos de conceptos retrógrados como familia, amor paterno, amor filial, escuelas de iniciativa privada... y, aunque siempre correremos el peligro de que algunas ideas tradicionales, propuestas por los moralistas de siempre, pretendan imponerse, estas acabarán claudicando ante la evidencia de la eficacia de las nuevas ideas.

Hasta siempre.

Mr Hyde.

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                                                 Respuesta:

Mr. Hyde

En respuesta a su alocada carta, le escribo estas líneas para descargar mi atribulada conciencia ya que me siento culpable de sus barbaridades.

Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos y tienen una competencia fundamental: son sus educadores por ser sus padres. La educación integral de los hijos es obligación gravísima y un derecho primario de los padres. Un derecho esencial e insustituible que están obligados a defender y que nadie debería pretender quitarles.

La familia no es solamente el ámbito de la generación sino también el de la acogida de la nueva vida como un don, un regalo, de Dios. La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y a recibir amor. Se apoya en la profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, que se sostiene por el afecto y la comprensión. Es la institución intermedia entre la persona y la sociedad y nada la puede suplir totalmente porque es la expresión primera y fundamental de la naturaleza social del hombre donde se aprende a escuchar, compartir, soportar, respetar, ayudar y convivir. La familia es un bien y un fundamento indispensable para la sociedad.

La familia es la primera escuela de los valores humanos en la que se aprende el buen uso de la libertad.

Si bien los padres no son capaces de satisfacer ellos mismos las exigencias de todo el proceso educativo, especialmente el que se refiere a la instrucción y al amplio sector de la socialización, y necesitan, por tanto, la ayuda de otras personas y entidades, esta ayuda debe darse aplicando correctamente el principio de subsidiariedad. Existe una legitimidad y, incluso, un deber de ayudar a los padres en su función, pero esto encuentra su límite intrínseco e insuperable en el derecho prevalente de los padres como primeros educadores. El principio de subsidiariedad se pone al servicio del amor de los padres y en favor del bien de la familia.

El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres, que tienen el derecho de poder elegir con libertad el tipo de educación que quieren para sus hijos según sus convicciones. La escuela no sustituye a los padres, sino que los complementa. Cualquier colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres y con su consenso. La alianza educativa entre familia y escuela, entre la familia y la sociedad es importante, y es importante que no se rompa.

Hasta nunca más.

Dr. Jekyll

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