Infancia: 11 - Había una vez...
La tradición cultural de contar
cuentos en el hogar corre el peligro de desaparecer. La falta de tiempo o de
ratos comunes, la presencia de la televisión y otras pantallas, y el hecho de
que los abuelos no convivan con los nietos son, entre otras, algunas de las
razones.
Deberíamos ser conscientes de las
ventajas educativas de esta actividad y utilizarla más a menudo.
¿Cuáles son estas ventajas?
Podríamos dar algunas:
-Aprender palabras. Mediante el
cuento el niño/a aprende vocabulario y expresión oral. La palabra será para él
un medio de comunicación, de información y de afectos, absolutamente necesario.
-Desarrollar la imaginación. El
cuento estimula la imaginación de los niños. Les abre un mundo de fantasía y
sueño que, después, ellos, por su cuenta, enriquecerán.
-Iniciar el gusto por la lectura.
Leer es una actividad contemplativa que requiere concentración y magia para
apreciar las palabras, y ambas cosas las proporciona el cuento explicado. El
niño pasará, fácilmente, de él en el libro de cuentos con imágenes y, así, se
introducirá, poco a poco, en el mundo de la lectura.
-Transmitir valores. Por medio de
los cuentos se pueden dar modelos y criterios de actuación, actitudes ante la
vida, sentimientos nobles,... y no sólo por medio del argumento principal,
también por los añadidos y consideraciones que el narrador puede ir
introduciendo.
-Vínculo de unión. Contar un
cuento es crear un vínculo entre el narrador y el oyente. El padre o la madre
que explica cuentos a sus hijos establece un vínculo de comunicación y afecto
con ellos.
-Entretener. Los niños/as pueden
pasar muchos momentos agradables y así solicitarán que se les vuelva explicar,
tal vez el mismo cuento, una y otra vez.
-Actitudes como la capacidad de
atención, de concentración, de memorización... se pueden desarrollar con los
cuentos.
La eficacia del cuento reside más
en la forma como se explica y en el mismo hecho de hacerlo que en su contenido.
Su narración es algo muy sencillo que han practicado todos nuestros mayores
desde hace siglos. Lo puede hacer cualquiera que ponga un poco de entusiasmo.
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