Adolescencia: 5 - ¿Conflicto generacional?

¿Conflicto generacional?

Buscando por Internet he encontrado varias citas que hacían referencia a la opinión de los adultos sobre los jóvenes y adolescentes, y  que usó, en una conferencia, un médico inglés.

"A nuestra juventud le gusta el lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene ningún respeto por las personas de más edad. Nuestros hijos son verdaderamente unos tiranos. No se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Contestan a sus padres y son simplemente malos. "- Sócrates, unos 400 años AC

"Si la juventud de hoy toma mañana el poder, no tengo ninguna esperanza en el futuro de mi país, porque esta juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible" - Hesiodo 720 años AC
"Nuestro mundo ha llegado a un punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos "- Un sacerdote politeísta 2000 años AC

"Esta juventud está malograda hasta el fondo de su corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Nunca serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura "- Escrito en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia con más de 4000 años de antigüedad.

Se ve que el desencanto que algunas de las personas mayores manifiestan ante el comportamiento o algunas actitudes de jóvenes y adolescentes vienen de lejos, no es cosa de ahora.

No ha quedado recogido para la historia lo que pensaban los jóvenes de sus mayores. No he encontrado opiniones de jóvenes y adolescentes sobre los adultos. Se ve que los medios de comunicación han estado siempre en manos de adultos. Su opinión seguramente sería igual de pesimista o desilusionada. De todas formas sí que tengo una, relativamente reciente, y bastante moderada: "La adolescencia es esa etapa de la vida en la que los padres y profesores se vuelven insoportables" - Estudiante de 3 º de ESO respondiendo una encuesta sobre la adolescencia. También, en el libro "La elegancia del erizo" de la escritora francesa Muriel Barbery, encontraréis de forma divertida, con un humor un poco devastador, la opinión que la adolescente Paloma tiene de sus padres y de algunas personas mayores .

¿Existe, pues, un conflicto generacional entre padres e hijos, entre los adultos, y los jóvenes o adolescentes?

¿Un conflicto que nace de la confrontación entre el ejercicio de la autoridad por parte de los padres y el anhelo de libertad de los hijos?

Efectivamente, parece que la autoridad de los padres y la libertad de los hijos son difíciles de convivir sin problemas, pero quizá el conflicto nace sobre todo cuando se entiende mal los conceptos de autoridad y de libertad.

La autoridad es un servicio que los padres dan a sus hijos para que éstos consigan hacer un buen uso de su libertad.

¡Un servicio! No es, solamente, un instrumento para marcar unas leyes en casa para lograr una convivencia pacífica y cómoda en el hogar, o para imponer unos comportamientos o modelos de actuación, o para decidir qué conviene a los hijos, ...

Es un servicio que los padres como autores en cierto modo de los hijos, no propietarios, ejercemos. Y lo hacemos porque esta autoría no se acaba trayéndolos al mundo, sino que continúa con su educación, que es este proceso con el que los padres incidimos para ayudarles a ejercer bien su libertad y para hacerlos autónomos.
Este proceso supone afecto y exigencia, que no son términos contradictorios, sino complementarios. No puede haber afecto verdadero sin exigencia, ni exigencia sin afecto.

Esta autoridad debe ser positiva porque aunque supondrá, a veces, decir que no, corregir y, incluso castigar según la edad, sobre todo debe servir de: guía en la exploración de valores, ánimo para superar el esfuerzo que la mejora personal requiere, estímulo para la toma de decisiones que poco a poco tendrán que tomar y promotora del necesario espíritu crítico.

Autoridad que se sustenta en dos fundamentos sólidos: el amor y el ejemplo.

Amor: Es fácil para todos los padres amar a sus hijos,... Pero amor de verdad, que consiste en amar sin condiciones y sin esperar nada a cambio, amarlos con sus limitaciones o a pesar de sus errores que de grandes pueden herirnos mucho. Esta estimación no llevará a consentir ciertas cosas, sino al contrario porque los amamos habrá que corregir lo que no nos parece bien, y esta estimación será la mejor manera para que nos escuchen y nos hagan caso. Los hijos notarán cuando los padres ejercen la autoridad por amor de verdad o cuando lo hacen por otros motivos.

Ejemplo: No se enseña ni con lo que se sabe, ni con lo que se dice, sino con lo que se hace. Podemos engañar a mucha gente menos a nuestros hijos. No está en el gesto de un momento, sino en la manera de hacer habitual. Debe ser natural y lejos de cualquier ficción. No es función de la altura del pedestal en que está instalado sino de la lucha por hacer las cosas un poco mejor cada día. Termina dando su fruto, aunque tarde. Es una lección que se aprende mejor cuando menos se quiere dar.


Si los padres entienden la autoridad así, tienen más posibilidades que los hijos la acepten, y que sean más eficaces en la ayuda que el adolescente necesita para conseguir: la madurez, entendida como personalidad responsable, la independencia, entendida como el pensar, decidir y actuar con iniciativa personal, y la convicción de ser un "yo" con una existencia independiente y personal, de ser, en definitiva, persona. Logros que les permitirá ser libres.

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