Virtudes 6 - La fortaleza

                  La fortaleza




La virtud de la fortaleza asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Resiste las influencias nocivas, soporta las dificultades, supera los obstáculos y es capaz de entregarse con valentía para acometer grandes empresas y para afrontar retos y pruebas difíciles.



         La fortaleza es la actitud de los convencidos, la de aquellos que por un ideal que valga la pena son capaces de afrontar cualquier riesgo y resistir lo que haga falta. No lo es de los indiferentes, los que ante la vida adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa, de los que sólo hacen que recibir, de los que lo encuentran todo hecho sin ningún esfuerzo.


 
        Para educar la fortaleza debemos enseñar a resistir. Resistir los impulsos que llevan a hacer no lo que es más conveniente sino lo que es más fácil. Tendremos que enseñar a resistir molestias en bien de algo más importante. La vida diaria da muchas ocasiones para enseñarlo: cumplir un horario, cuidar el orden material, no ceder a los caprichos.
 
         También tendremos que desterrar las quejas. Dejar que los hijos se quejen y hacerles caso siempre, va en contra de la virtud de la fortaleza que supone, también, aceptar lo que nos ocurre con deportividad, no pasivamente, pero sabiendo encontrar algo bueno de las situaciones menos agradables o dolorosas.



        Tendremos que exigir una cierta firmeza en el hacer. Ir a pie a algún lugar y no acompañarlos a todas partes en coche, levantarse a una hora prefijada sin vacilaciones, no abrigarlos demasiado...  son ejemplos de detalles que les ayudarán a ser fuertes.

          Tendremos que darles iniciativa, que tomen decisiones y que las lleven a cabo, ayudando a poner la constancia y el esfuerzo necesario sin desfallecer.



         Normalmente la vida no exige esfuerzos sobrehumanos o acometer retos gigantescos, pero la vida de cualquier persona puede convertirse en algo grande, si se sabe poner ganas, ilusión y esfuerzo en los pequeños deberes de cada instante.



         Será necesario enseñar a los hijos que su vida sirve para algo importante si se lo proponen y no son indiferentes al bien. Así les daremos motivos para ser fuertes. La persona que no quiere mejorar, que es egoísta, que sólo busca el placer, no tiene motivos para desarrollar la fortaleza. En cambio, el que sabe que su vida tiene un sentido, necesitará de ella para hacer lo que hay en cada momento.


         El conocido poema de Rudyard Kipling, If, está relacionado con la virtud de la fortaleza. Por ello, acabo destacando algunas de sus estrofas, traducidas al castellano, con el deseo de que algún padre de familia pueda recitárselas algún día, a su hijo.

Si puedes estar firme cuando a tu alrededor
todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza;
si cuando dudan todos, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes excusar su flaqueza;
si puedes esperar y a tu afán pones brida,
o blanco de mentiras esgrimir la verdad
Si sueñas pero el sueño no se vuelve tu rey;
si piensas y el pensar no mengua tus ardores;
si el triunfo o el fracaso no te imponen su ley
y los tratas lo mismo, como dos impostores;
si puedes soportar que tu palabra sincera
sea trampa de necios en boca de malvados
I si puedes llenar tus preciados minutos
con sesenta segundos de combate bravío
tuya es la Tierra y todos sus codiciados frutos
y lo que más importa: ¡serás hombre, hijo mío!”






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