Nos visitan los extraterrestres
El consejero de relaciones exteriores
y el de planificación
familiar, un poco sorprendidos por el interés manifestado, les han atendido de la
mejor manera posible organizando
una serie de reuniones con varios
expertos sobre el
tema. Antes de irse han querido
ver algunos ejemplares de padre,
para hacerse una idea
más exacta.
Algo que les
ha sorprendido ha sido la altura.
-¿Qué clase de padres tiene? -
Han comentado con su voz metálica y sincopada - Si sus niños son tan
pequeños que apenas levantan un palmo del suelo, ¿cómo es que los padres
son tan altos? Con esta altura no podrán
jugar con sus hijos sin arrodillarse, ni en la cama sin agacharse, ni
siquiera besarlos sin curvarse mucho.
-Es cierto
eso, pero si
fueran del tamaño de un niño
- les han explicado - ¿hacia dónde podrían
los hijos levantar
los ojos buscando protección?
Ha parecido que lo entendían. Otra
cosa que les ha sorprendido ha sido el tamaño de
las manos.
-Con estas manos
tan grandes -
decían - no
serán capaces de cambiar los pañales a
los bebés, ni podrán sujetar las
trenzas del cabello
de las niñas, ni podrán sacar la astilla que se clave un niño al
subir a una de
estas cosas...¿cómo les llamáis?... ¡árboles!
El consejero de planificación familiar ha tomado la palabra para aclararlo.
-Cuando vengáis en mayo, ya os
explicaremos cómo todo esto lo tenemos resuelto por
otro lado - les dijo – de lo que se
trata es que sean manos suficientemente grandes y fuertes para ayudar a
una niña a
atravesar un arroyo, o para acoger todo lo que un niño puede sacar del
bolsillo, y a la vez lo suficientemente pequeñas para coger,
cariñosamente, la cara de un niño.
Uno de los extraterrestres, el que más notas tomaba, con su nariz-trompeta
extensible de color
verde, preguntó, con un tono metálico
especialmente agudo, por la necesidad de unos hombros tan grandes.
-El padre
tiene necesidad de unos hombros
vigorosas - ha
dicho el consejero, cada vez más
animado con sus explicaciones - para subirse un niño
a su cuello, o para ayudar a una
niña a mantenerse
en equilibrio sobre la bicicleta, o para
sostener en brazos al hijo pequeño que se
ha dormido volviendo del cine.
El mismo de
antes, quizá el más curioso
y hablador de
todos, al ver, por uno de sus tres ojos, el par
de pies descomunales de un padre, dijo:
-¡Eso no lo tiene bien! Con estos pies no puede
mezclarse con los invitados de la fiesta de cumpleaños de su hijo, sin pisar tres
o cuatro de sus
amigos.
El consejero, convencido de su producto, contestó:
El consejero de planificación familiar, tras comentar con el de relaciones exteriores que aquella visita le había servido para redescubrir la figura del padre y valorar lo que tenían, les ha despedido diciendo:
-Aunque no sea propiamente invención nuestra,
es cierto que estamos
muy contentos y satisfechos.
De hecho, es capaz
de querer tanto como una madre.
Nota - He sacado este escrito del baúl de los recuerdos. Hace años, modificándolo en parte, copié este artículo publicado en la revista de Orientación Familiar (FERT). No guardé el original y no puedo recordar su autor. Espero que perdone mi atrevimiento.
Nota - He sacado este escrito del baúl de los recuerdos. Hace años, modificándolo en parte, copié este artículo publicado en la revista de Orientación Familiar (FERT). No guardé el original y no puedo recordar su autor. Espero que perdone mi atrevimiento.
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